… En la penumbra del estudio que visitaste con
frecuencia el año pasado, donde las sombras
juegan con la luz temblorosa, arrastro mis
manos sobre lienzos estrujados y
distorsionados, buscando deshacer las
ataduras del sentido. Creo que cada pliegue
forja un grito de libertad, cada torcedura se
convierte en un sendero hacia lo desconocido.
Es en estas fisuras donde se revela lo inefable,
donde el lenguaje se desploma y renace en una
danza vertiginosa de significados efímeros.
Una vez te comenté sobre esto: Mis manos no
crean, más bien deshacen, configuran caminos
donde las palabras se fragmentan y se
disuelven como tinta en agua. El lienzo no es
un mero soporte, es un campo de batalla donde
el orden se desmorona, una extensión de mi
ser donde el significado se libra de sus cadenas
y se desvanece en una sinfonía muda de
texturas. No hay destino, solo un eterno
deambular por el laberinto de lo incierto, una
resistencia constante al confort de la
comprensión plena.
Al deformar, no busco destruir, sino invitar a
una contemplación sinfónica del caos, donde
cada arruga y cada rasgadura se convierten en
un poema visual, una huella de una subjetividad
errante. Nada es fijo; cada obra es un mapa
fluctuante de mi pensamiento, un espejo que se
retuerce y moldea con cada mirada, desafiando
la estabilidad del observador y lanzándolo a la
marea de lo inexpresable.
Es en este flujo donde encuentro la esencia,
una poética de la desintegración que invita a
flotar en la sutileza de lo ambiguo. No hay
respuestas en mis lienzos, solo preguntas
infinitas, ecos distantes de significados que se
desvanecen al ser tocados. Mis obras son un
refugio para la incertidumbre, una invitación a
perderse, despojándose de la urgencia del
entendimiento, abrazando la belleza caótica del
no-saber.
Cada distorsión es un puente hacia lo
desconocido, un susurro de lo que podría ser
en el infinito de las interpretaciones. Es en esta
desorientación donde se encuentra la
verdadera libertad, un respiro en el vasto
océano de lo indeterminado, donde cada
instante es una posibilidad, una semilla de
pensamiento que florece en la mente del
observador.