Alejandro González Art
Correspondencia: al director del Centro Cultural Wilfredo Lama Fragmento Septiembre 2024



En mi búsqueda como artistas, he intentado explorar cómo el arte puede ser una herramienta poderosa para cuestionar y reconfigurar las estructuras sociales. Este enfoque parte de la idea de que las prácticas estéticas no son entidades aisladas sino sistemas de relaciones que reflejan y potencialmente transforman las dinámicas sociales. La obra de arte, en este sentido, se sitúa como un espacio en el que se pueden revisar y desafiar las estructuras de poder, generando diálogos que trascienden las barreras tradicionales.

La concepción del arte como una forma política de interacción me lleva a considerar cómo las diferentes configuraciones espaciales pueden alterar nuestras percepciones y roles dentro de la experiencia artística. Al crear obras que no se presentan como objetos cerrados, sino como escenarios abiertos a la participación activa, propongo un enfoque en el que el espectador se convierta en co-creador de significado. Este acto de participar y reconfigurar la obra resalta la importancia de desmontar las jerarquías tradicionales entre el creador y el receptor, sugiriendo una democratización del conocimiento y la experiencia estética.

En este contexto, la obra de arte no se reduce a su capacidad de evocación lingüística; más bien, se convierte en un campo de juego semiótico en el que se desarticulan las certezas del lenguaje. Al utilizar materiales y técnicas como la distorsión de telas, busco enfatizar la inestabilidad inherente del significado, un enfoque que se centra en la imposibilidad de fijar un solo entendimiento de la realidad. La multiplicidad de pliegues y superficies invita a una exploración continua y a la renuncia de una interpretación única, reflejando así una realidad que siempre es múltiple y subjetiva.

La relación entre la estética y la realidad no es meramente representativa sino performativa. Al proponer configuraciones artísticas que desafían las narraciones dominantes, el arte tiene el potencial de convertirse en una práctica crítica que cuestiona las estructuras de poder hegemónicas y propone nuevas formas de ver. Al generar ficciones alternativas, se crea un espacio de resistencia donde es posible inventar futuros diferentes y más inclusivos, mientras se desafía constantemente la normatividad del relato oficial.

En última instancia, mi trabajo busca abrir un diálogo sobre la naturaleza misma de la realidad y nuestro papel en su creación y perpetuación. La deconstrucción de las narrativas establecidas invita a una relectura continua, no para encontrar una verdad definitiva, sino para aceptar la riqueza de una interpretación inacabada. La obra se convierte en una plataforma desde la cual cuestionar, desafiar y, en última instancia, reinventar las relaciones entre el arte, la sociedad y el individuo. A través de esta práctica, aspiro a que el arte no solo refleje el mundo, sino que participe activamente en su transformación crítica.